Hay algo de escatológico y de excesivo en el protagonista del debut en la novela del curtido periodista conquense Jesus Huerta, "El miedo va a cambiar de bar” (Libros Indie S.L., 2021), que me causa cierto rechazo inicial. Pero uno no tiene por qué identificarse de entrada con este licenciado en Historia que acaba de ser despedido de un supermercado y apura la noche de un martes en una ciudad de provincias aburrida y claustrofóbica entre whiskeys, chupitos, cigarrillos y porros con la camiseta llena de vómito y olor a sexo de baño de bar para apreciar la soltura con la que el impulsor de Enciende Cuenca y de tantos otros proyectos periodísticos y literarios narra en primera persona este recorrido nocturno por los suburbios de la noche con ecos de Bukowski y del rock ochentero.
Hay demasiado alcohol, pero también interesantes reflexiones sobre las contradicciones del ser humano, las incertidumbres, la infancia perdida, la educación musical, la poesía, el terrorismo, el amor como un juego y el amor de verdad, todo ello sobrevolado por una angustia existencial reflejada en ese miedo con mucho de Konstantinos Kavafis que da título al libro y que “irá siempre allí donde vayamos, viaja dentro de nosotros y no podemos darle esquinazo. Si cambias de ciudad, el miedo cambia de ciudad, pero sigue a tu lado. (…) Si cambias de bar, el miedo cambia de bar y hasta te acompaña a mear cuando vas al baño”.
La historia, sin salirse de los bares salvo para fumar, lo cierto es que evoluciona, tiene un trepidante final que en parte me recuerda a mis admirados Emmanuel Carrere y Michel Houellebecq, y uno acaba cogiendo cariño a ese tal Ortega que a mí al menos se me termina revelando como un personaje tierno, romántico, sentimental, agarrado a la vida, y al amor, hasta el último momento: “La vida consiste en resistir”.
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